Una luz que me guió en mi viaje jurídico: la influencia de mi tío
A lo largo de nuestra vida conocemos a muchas personas que nos influyen directa e indirectamente. Los que nos influyen directamente suelen ofrecernos palabras de ánimo y apoyo para alcanzar un determinado objetivo o situarnos en la mejor posición posible para el futuro. Las influencias indirectas tienen un poder increíble para inspirarnos a través de sus acciones. Dado que noviembre es el Mes Nacional de los Modelos Inspiradores, quería dedicar un momento a reconocer a alguien que me ayudó a convertirme en la abogada y persona que soy hoy, tanto directa como indirectamente.
Al crecer, siempre tuve la sensación de que mi tío Carl era una persona excepcional. Me dio mi primera visión del mundo jurídico y me enseñó lo que era ser abogado. Fue director ejecutivo del Programa de Abogados Voluntarios de San Diego, una organización sin ánimo de lucro que prestaba servicios jurídicos gratuitos a los necesitados. Puso en marcha o supervisó programas diseñados para ayudar a las víctimas de la violencia doméstica, a los veteranos, a los enfermos de sida cuando era una preocupación social más importante, y muchas otras iniciativas.
Recuerdo haber oído chistes y estereotipos sobre abogados ávidos de dinero o cazadores de ambulancias y no entender muy bien de dónde venía el chiste. Mi tío era mi principal imagen de un abogado; todo lo que hacía era ayudar a los necesitados. Esto sentó las bases en mi mente de lo que debía ser un abogado. A medida que crecía y aprendía más sobre Derecho, me di cuenta de todo el bien que los abogados podían hacer en la sociedad. Me propuse seguir los pasos de mi tío y ayudar a los necesitados.
En mi carrera de Derecho, mi tío siempre estuvo a mi lado, orientándome siempre que lo necesitaba. Sus consejos me ayudaron con los ensayos de admisión a la facultad de Derecho y con el LSAT. Cuando empecé la carrera de Derecho, me dijo que cada día me parecería que había pasado años, pero que cuando todo estuviera dicho y hecho, sentiría que la carrera había terminado en un abrir y cerrar de ojos. Y tenía razón. Me ayudó a conseguir una beca para pagarme los estudios e incluso hice prácticas en una de sus clínicas de violencia doméstica mientras estudiaba Derecho.
Mi tío ha sido una fuente increíble de apoyo, ánimo e inspiración. Ahora tiene 85 años y disfruta enormemente de su jubilación. Mi tío Carl sigue apoyándome siempre que lo necesito y no podría estar más agradecido por todo lo que ha hecho por mí. A día de hoy, sigo intentando emularle. Creo que es vital que todo el mundo tenga un modelo positivo en su vida, como lo fue mi tío Carl para mí. Es muy impactante y puede aportar muchas cosas positivas a tu vida. No sé dónde estaría ahora sin el apoyo y la orientación de mi tío.